
Por: Ernesto Altamirano
El sábado 7 de junio, El Paso vivió una jornada inolvidable con la nueva edición del Sal y Limón Festival, un evento que celebró lo mejor de nuestra cultura fronteriza con comida, música y un ambiente familiar que atrajo a miles de asistentes al corazón de la ciudad.
Desde tempranas horas, el festival se convirtió en un punto de encuentro para familias, jóvenes y visitantes de ambos lados de la frontera. La oferta gastronómica fue uno de los grandes atractivos, con una variedad de antojitos mexicanos que iban desde tacos al pastor y tamales hasta aguas frescas, mangonadas y elotes preparados. El aroma de la comida callejera llenaba el aire mientras la gente recorría los pasillos repletos de puestos locales, cada uno con propuestas originales y llenas de sabor.
La música, por supuesto, fue el alma del evento. El escenario principal vibró con presentaciones de talento local y regional, pero la noche alcanzó su punto más alto con la presentación estelar de Los Tucanes de Tijuana. La legendaria agrupación levantó al público con éxitos como “La Chona”, “El Tucanazo” y “Me Gusta Vivir de Noche”, haciendo cantar y bailar a todos los presentes. Su energía y conexión con el público reafirmaron por qué siguen siendo una de las bandas más queridas en el mundo de la música regional mexicana.
Además de la música y la comida, el festival ofreció actividades culturales y artísticas para toda la familia. Hubo talleres de pintura para niños, exposiciones de arte urbano y espacios interactivos que destacaron el talento de creadores locales. Las letras gigantes de “El Paso” sirvieron como fondo para cientos de fotos que capturaron el espíritu del evento y el orgullo por la ciudad.
Más allá del entretenimiento, el Sal y Limón Festival tuvo un impacto profundo en la comunidad. Este tipo de eventos fomentan el sentido de pertenencia, fortalecen la economía local y promueven el intercambio cultural con nuestros vecinos de Ciudad Juárez. Representan una oportunidad para que pequeños negocios y artistas emergentes muestren su trabajo y se conecten con nuevas audiencias.
En una ciudad tan única como El Paso, donde se mezclan historias, lenguas y tradiciones, festivales como Sal y Limón son más que una celebración: son una afirmación de identidad. El evento de este año no solo fue un éxito en términos de asistencia, sino que también dejó claro que El Paso sabe cómo celebrar su diversidad con orgullo, sabor y música.
Que siga creciendo el Sal y Limón Festival y que sigamos encontrándonos en espacios donde la comunidad se celebra a sí misma.
